Las verdes colinas de Tuercespina: Página 24
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Nuestros disparos, que dirigimos apresuradamente, fueron suficientes para comprar la huida de Barnil. Barnil lanzó un clamor colina abajo y se volvió a unir al grupo. Corrimos a refugiarnos en la jungla; una manada de feroces raptores colazote acechaba todos nuestros movimientos.
Los cazadores eran, ahora, los cazados.
Los cazadores eran, ahora, los cazados.