Las verdes colinas de Tuercespina: Capítulo III
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Los humanos tenían la mira puesta en la pantera mientras esta corría rodeando la arboleda. Los cañones de los rifles se movían en paralelo con el animal. Barnil me miró impaciente y yo negué con la cabeza para que no abriera fuego. Esta caza era para los humanos, no para Barnil ni para mí. Erlgadin lanzó un disparo, sin dar en el blanco. Por lo visto, no estaba preparado para soportar el efecto de la descarga.