Querida Yvette,

Encomendaré esta carta a <nuestro corredor/nuestra corredora> más veloz. Espero que pueda avanzar sin contratiempos por las zonas en que habitan las fuerzas que nos rodean. También ruego para que puedas leer estas palabras, pues son lo último que sabrás de mí.

Mi único consuelo en estos días aciagos es el alivio que me produce saber que no tendrás la misma suerte que yo.

Creo que mi padre cometió un grave error cuando decidió quedarse en casa para defenderla. Las fuerzas de la Plaga asolan los Claros de Tirisfal y, aunque estamos fortificados y bien abastecidos, después de la traición de mi hermano Devlin carecemos de fuerza y tropas suficientes para hacer frente a sus continuos asaltos.

Yvette, si recibes esta carta, deberás saber que Devlin es un traidor.

Devlin perdió la esperanza e intentó escapar a nuestro infortunio, por lo que hizo un pacto con la Plaga. No sé qué se le prometió a cambio de su traición, pero lo que sí puedo asegurar es que estaba tejido de mentiras.

Si ves a mi hermano, huye de él. Es un demonio. Hace un par de noches asesinó a dos de nuestros vigilantes y ayudó a un pequeño grupo de Soldados de la Plaga a entrar por la brecha, conduciéndolos hacia donde muchos de los nuestros dormían.

Su emboscada fue brutal. Asesinaron a un tercio de nuestras tropas antes de que pudiéramos responder. Ahora solo contamos con hombres para vigilar nuestras fronteras. Solo es cuestión de tiempo: en cuanto bajemos la guardia, la Plaga nos atacará.

Y aunque vi el rostro de Devlin en medio de todos esos hombres desesperados y las fuerzas de la Plaga aquella noche maldita, se escabulló antes de que pudiera atraparlo. Tal vez esté muerto, o viva aún como agente de la Plaga.

En cualquier caso, es un monstruo.

Devlin nos advirtió que si intentábamos enfrentarnos a la Plaga, estaríamos condenados. Nos lo dijo cuando entró por primera vez en los Claros de Tirisfal, antes de que rodearan nuestro hogar. Quizás estaba suplicando que nos marcháramos, o quizás se deleitaba.

Siempre ha sido difícil comprender las razones de Devlin. Desde que era niño, siempre fue un misterio para nosotros.

Pero tenía razón. Estábamos perdidos. La familia Agamand está condenada a la desaparición. Aunque yo viva aún, sé que pronto moriré.

No tengo miedo, y no lamento haberme quedado con los míos. Pero debes saber que mi último pensamiento te lo dedicaré a ti.

Sigue con vida, mi amada Yvette, para poder irme en paz,

Thurman